Hay temas sobre los que resulta complicado escribir. Escribir, por ejemplo, sobre nuestras desgracias personales. Sobre la muerte de algún ser querido o sobre las fatalidades inesperadas. Un poco de todo eso, es de lo que hoy me toca escribir. Y me refiero, específicamente, a un caso que tiene nombre y apellido: Carlitos Arana.
Conocí a Carlos Arana sobre un escenario, como la mayoría de sus amigos creo. Hace más de dos décadas atrás, en Ventanilla tuve mi primer encuentro personal con el teatro y por ende con ‘Carlitos’ (como le decimos todos de cariño). Participábamos de la Opera Rock: ‘Jesucristo Superstar’. Recuerdo que quedé impresionado porque mientras que a mí, -literalmente- me ‘temblaban las piernas’ después de cada escena, él dominaba el escenario de manera más que sorprendente.
Bailarín, coreógrafo, artista, instructor de aeróbicos, buena persona y mejor amigo. Carlitos Arana pelea por su vida desde el 15 de agosto, cuando tuvo que ser hospitalizado de emergencia, en el hospital Carrión del Callao, tras desvanecerse a causa de un terrible accidente de tránsito que le ha marcado la vida a él, a todos sus familiares y a muchos de quienes lo conocemos.
Un lamentable suceso que nos hace entender que la vida no es nada más que una frágil llama encendida en un candelero que en cualquier momento, vientos inesperados pueden apagarla o simplemente cambiar nuestros destinos y el de nuestros seres queridos por siempre.
Frente a las montañas de cosas que se dicen sobre este caso (la mayoría pesimistas) mi primera reacción es de pasmo y miedo. Miedo ante la posibilidad inmediata de que el desenlace sea fatal y todo lo que eso conlleva. Pasmo ante la imposibilidad de hacer algo verdaderamente valioso por él, por su familia, por la amistad…más allá del clásico: ‘lo siento mucho’.
Se dirá, por supuesto, que nadie ‘tiene la vida comprada’, que nadie sabe lo que nos depara ‘el destino’ o que es nuestro deber, ‘como buenos cristianos’, saber aceptar ‘la voluntad de Dios’ y tal vez, tengan razón. Pero probar un consuelo tan simple y común como ese, no mejora en nada el ánimo con el que escribo este post.
Hoy, a casi 30 dias del lamentable suceso que aún mantiene a Carlos Arana en estado inconsciente, solo nos resta mantener la calma y elevar nuestras oraciones para que la fuerza divina nos de esas señales luminosas con las que muchas veces nos sorprende y, al fin suceda en Carlitos, el milagro de volver a verlo, sobre el escenario de la vida, con la misma vitalidad de siempre.
Así sea.
1 comentarios:
muy lindo lo que escribes amigo, te felicito escribes muy bonito y es muy conmovedor y pues nose que decirte, solo que me da mucha pena por lo que esta psando este chico, de todo corazon deseo y ruego para que logre salir de ese mal momento y se logre recuperar.
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