Imaginemos que se inventa la máquina para leer la mente ajena, y resulta de pronto posible conocer las motivaciones y los deseos más íntimos de alguien que ‘nos palabrea’ desde un pulpito o desde un estrado. La política cambiaria radicalmente y los políticos –en especial los candidatos- tendrían que reducir a cero la distancia que han tenido entre lo que dicen y lo que en realidad persiguen.
Más de 600 mil chalacos concurrirán este 03 de octubre a participar en los comicios regionales y municipales, para elegir entre los más de 1,000 candidatos que pugnan por ocupar el sillón de regidores, consejeros, alcaldes o presidente regional.
Actores, salseros, peloteros, comerciantes y otros ‘personajes’, absolutamente desconocidos -sin oficio ni beneficio-, se empeñan diariamente, con uñas y dientes, por obtener un lugar, si no en la historia del Callao, al menos en las oficinas de alguno de sus municipios o del gobierno regional.
¿Qué hay detrás del tan mentado afán por servir a la comunidad? Difícil de saber, aunque siempre hay pistas o maneras de intuir hacia a donde apuntan ciertos candidatos. Sobre todo cuando se ve que a última hora a más de uno le da lo mismo estar en una lista o en otra, y terminan cambiando de camiseta como si nada hubiera pasado. O cuando se ve que listas completas llegan a inscribirse sin reunir los mínimos requisitos básicos estipulados por ley. O cuando un ‘perfecto conocido’ aparece como candidato en un distrito que, todos sabemos, no es el suyo.
No se ha inventado aún la máquina para leer la mente ajena, pero, como digo, siempre hay pistas, hay indicios y en muchos casos evidencias directas de lo que muchos persiguen. Al respecto, nunca pierde vigencia esa famosa sentencia bíblica por la cual a las personas se les conoce por sus frutos. Entonces habría que desconfiar, en primer lugar, de quienes nunca han hecho nada por su distrito y sus vecinos, o los que lo hacen con gran despliegue publicitario y solo en época electoral. O peor aún, de los que nunca han vivido en el lugar al que postulan.
No se ha inventado aún la máquina para leer la mente ajena, pero, como digo, siempre hay pistas, hay indicios y en muchos casos evidencias directas de lo que muchos persiguen. Al respecto, nunca pierde vigencia esa famosa sentencia bíblica por la cual a las personas se les conoce por sus frutos. Entonces habría que desconfiar, en primer lugar, de quienes nunca han hecho nada por su distrito y sus vecinos, o los que lo hacen con gran despliegue publicitario y solo en época electoral. O peor aún, de los que nunca han vivido en el lugar al que postulan.
Parece imposible –por lo menos en estos últimos días- desmontar el circo, del oportunismo, de la improvisación y del afán de lucro que se manifiesta cada día con más notoriedad y alejarlo de algo tan importante y decisivo como es la elección democrática de nuestras autoridades. El espectáculo, por otro lado, anima diversos grados de ánimo. A veces da pena -mucha pena-, otras veces genera risa y por lo general carcajadas (como todo buen circo).
Pero no hay que olvidar que toda regla tiene excepciones y que nunca se debe generalizar. Separemos entonces la paja del buen trigo y tengamos bien presente que las personas que salgan elegidas tendrán en sus manos la posibilidad – que muchos han desperdiciado- de cambiar el rostro de su barrio o comunidad o de buscar el desarrollo de su zona y la del Callao en general.
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